Frase del día

jueves, 7 de febrero de 2013

El disco del principe Sabu

A.·.L.·.G.·.D.·.G.·.A.·.D.·.U.·.


Valle de Asunción, 07 de febrero de 2013 e.·.v.·.

V.·. M.·.
1º.·.VIG.·.
2º.·.VIG.·.
QQ.·.HH.·.

Título: El disco del príncipe Sabu

En la primera planta del Museo Egipcio de El Cairo y entre dos salas muy próximas a la Sala de las Momias, uno no puede ver en una pequeña vitrina, un objeto solitario parecido a una rueda o disco de piedra.
Este extraño objeto al que nos referimos ha desconcertado y sigue desconcertando a todos los egiptólogos que han tenido ocasión de estudiarlo detenidamente. El primero de ellos fue su descubridor, Brian Walter Emery, uno de los egiptólogos más importantes del Siglo XX.
Realizando unas excavaciones en el año 1.936, en la zona arqueológica de Sakkara, fue descubierta la Tumba del Príncipe Sabu, hijo del faraón Adjuib, gobernante de la I Dinastía (3.000 a.C.). Entre los utensilios del ajuar funerario que fueron extraídos, a B. Walter Emery le llamó poderosamente la atención un objeto que definió inicialmente en su informe Las Grandes Tumbas de la I Dinastía como: "...un recipiente con forma de tazón de esquisto...". Años más tarde, en su obra Egipto Arcaico, hacía un comentario que viene a resumir perfectamente la realidad y situación de este incómodo "cachivache": "...no se ha conseguido ninguna explicación satisfactoria sobre el curioso diseño de este objeto...".
Frontal y horizontalmente, este objeto de 5.000 años no deja de recordarnos a una de nuestras modernas piezas empleadas en la industria tecnológica.

Este objeto al que se refería B. Walter Emery en sus informes, tiene 61 centímetros de diámetros, y 10,6 centímetros de altura en la zona central. Está fabricado es esquisto, una roca muy quebradiza y frágil, que requiere un tallado muy laborioso. Su forma se asemeja a la de un plato o volante de coche cóncavo, con una especie de tres cortes o palas curvas que recuerdan a la hélice de un barco, y en el centro de ésta, un orificio con un reborde que sobresale como si fuera el receptor de algún eje de una rueda o de algún otro mecanismo desconocido, dispuesto para girar.
La postura que mantiene la egiptología oficial respecto a la aparición y uso de la rueda por parte de los antiguos egipcios, es muy clara y no deja lugar a ninguna duda. Su introducción en Egipto, nos aseguran, fue debida a la invasión de los Hicsos al final del Imperio Medio, 1.640 a.C., que la utilizaron, entre otras cosas, en sus carros de guerra, y que era conocida también en ese momento por otros muchos pueblos de Oriente Medio. La pregunta entonces es inevitable: si no es una rueda, ¿qué es el extraño objeto que apareció en la Tumba de un príncipe de la I Dinastía, 1.400 años antes de la invasión de los Hicsos?
A pesar de la complejidad de este problema, el tema se agudiza aún más a raíz de los estudios técnicos que diferentes investigadores han llevado acabo, impulsados por el sorprendente y extraño diseño de este artilugio. Una estructura que en el caso de sus tres extraños cortes o palas curvas, nos induce a pensar casi inmediatamente en la utilización de este objeto en un medio líquido. Este detalle, junto al orificio sobresaliente en la parte central, nos hace sospechar también que este objeto sólo sea una pequeña parte de algún mecanismo más complejo, y que se salvó gracias a una reproducción en piedra que por alguna desconocida razón, realizó un artista, con unas no menos desconocidas herramientas.
El también egiptólogo Cyril Aldred llegó a la conclusión de que, independientemente de lo que fuese aquel objeto, su diseño se correspondía sin duda, a una reproducción de un objeto metálico anterior mucho más antiguo. De hecho, esta rueda de esquisto apareció en la Tumba del Príncipe Sabu, junto con otros extraños objetos de cobre, prácticamente el único metal que conocían los egipcios en aquella época. La duda nos asalta al pensar cómo pudieron diseñar un objeto tan delicado y tan complejo estructuralmente, hace más de 5.000 años.
La disposición de su diseño indica claramente que algún tipo de eje atravesaba este enigmático objeto por el orificio situado en su zona central.
Entonces. ¿Qué es en realidad el misterioso disco? Si se pregunta a uno de los responsables del Museo del Cairo, le responderá que se trata de una bandeja o un pedestal, lo malo es que cuando se le enseña una fotografía de una pieza idéntica. En un principio se sorprenden, preguntando a que colección pertenece; después salen corriendo cuando se les explica que es una pieza de un cárter lubricante de un cohete diseñado por la compañía aeroespacial Lockheed.

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